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publicado por hpn a las 16:13 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
22 de Noviembre, 2009 · Política

Ante los sutiles -aunque duros- avances contra los trabajadores






Afianzar el sujeto social

 

Conferencia pronunciada el 6 de Agosto de 2009 en el 42 Congreso de la Federación Argentina de Trabajadores de la Imprenta, Diarios y Afines- FATIDA- Realizado en Villa Mirador del Lago- Bialet Massé- Sierras de Córdoba.

 

Por Lucio Garzón Maceda

Editado por 4rto. Mundo

Buenos días. Para los más viejos me voy a presentar, porque los más jóvenes me conocen, pero los viejos no. Soy abogado -algún defecto hay que tener- desde 1955. Inicié mis tareas profesionales inmediatamente, en el 56´, justamente cuando empezaba una etapa muy interesante, a veces olvidada, que fue la resistencia de los trabajadores argentinos y de la ciudad de Córdoba, por supuesto, frente al gobierno que se llamó la Revolución Libertadora, en el 55´. Hice mis primeras armas en el 56´ y en 1957 los gremios de Córdoba, fue la primera CGT normalizada del país,
todavía bajo el gobierno militar; en esa CGT, fui designado Secretario de Prensa.
Hicimos acá cerca en La Falda, en octubre del 57´, un Congreso de Delegaciones Regionales que aprobó un programa de los trabajadores que se llamó el Programa de La Falda y seguí siendo abogado de los gremios cordobeses hasta 1975, 74/75. Ya cuando comenzaron a operar las tres A en el 75, intentaron asesinarme dos veces, pero como soy hincha de Belgrano de acá de Córdoba me salvé siempre.
Bueno, después hubo dos atentados más e incendiaron mi estudio, que estaba en el centro. Y bueno, después me exilié. Estuve 8 años exiliado en Francia, donde hice algunos estudios para entretenerme un poco. Volví en el 84´ y empecé a hacer lo que sabía hacer, cebar mate a las conducciones, a las Comisiones de los cuerpos de delegados y de las Comisiones Directivas, y sigo cebando mate…
Bueno, vamos a hablar un poco de cómo ve éste que les habla la realidad Argentina, la realidad de las organizaciones sindicales, los desafíos que tienen hoy los Sindicatos, sobre todo las conducciones internas, delegados y conducciones directivas, y de los sindicatos de primer grado y de los organismos nacionales.

1970- Contexto de crisis petrolera- Debilitamiento de las organizaciones sindicales
Como una introducción, me parece interesante precisar, que desde que se produjeron dos grandes huelgas petroleras en el mundo en los años 70´, aumentó enormemente el precio del petróleo y eso derivó en que todo el sistema capitalista, el mundo capitalista, viera aumentar sus costos
generales de producción por efecto del aumento del precio del crudo.
Y esa crisis petrolera de los años 70´ llevó a que, en general, los que más o menos dirigen la economía mundial, considerasen que era preciso bajar los costos. Y entre uno de los costos que debían bajar estaba el costo del trabajo. Lo que desató, a partir de esa crisis petrolera de los años 70´, una gran ofensiva contra los sindicatos.
Como el objetivo era reducir el costo del trabajo, esa ofensiva tenía por efecto debilitar las organizaciones sindicales, de forma tal que no tuvieran la fuerza suficiente para negociar y discutir condiciones de trabajo, condiciones sociales y condiciones salariales.

Comienza entonces un proceso que, simbólicamente, podríamos identificar con la presidencia de Reagan en los EEUU y de Margaret Thatcher en Inglaterra, que lanzan una ofensiva en el campo material concreto de cada uno de los países del norte, de los países más desarrollados, a la que se llamó flexibilización de las condiciones de trabajo y flexibilización de los salarios.
Esa ofensiva va a llevar a que, en general, los Sindicatos del mundo, de los países altamente desarrollados, entren en un proceso de crisis; proceso de crisis del que no han salido todavía y que, de alguna manera ha repercutido, como lo vamos a ver más adelante, en nuestro país.
Esa crisis sindical (o, más bien del mundo del trabajo, puesto que afectaba estructuralmente sus condiciones objetivas de existencia), impulsada desde esos dos grandes centros, estuvo orientada a establecer, de alguna manera, a poner en duda, si realmente en el estado actual de la sociedad, (estamos hablando de los años 80´), realmente los sindicatos tenían todavía alguna función importante que cumplir.

Recursos humanos como reemplazo de los sindicatos
Y esa pregunta se la hacían con una respuesta, y era que, en realidad, dadas las condiciones en que estaban las sociedades de esos países desarrollados, era muy poco lo que los sindicatos tenían para dar a la sociedad y a los trabajadores. Y para eso articularon mucha gente, en el plano económico, en el plano de la legislación laboral, que simbólicamente uno podría marcarla como uno de los objetivos en la creación de lo que se llamó en los años 80´, y aún se llama, (fue tomado en todo el mundo) “los recursos humanos”.
Y entonces, en todos los países y en todas las fábricas y en todos los talleres, donde antes había un Jefe de Personal -que era un poco “la voz del amo” para reprimir un poco a los trabajadores-, empezaron a aparecer las Gerencias de Recursos Humanos, cuyo objeto fundamental era sustituir
en el lugar de trabajo el rol que habitualmente cumplían los Sindicatos, con el siguiente planteo: los sindicatos tienen poco que darles a los trabajadores y posiblemente tienen mucho más para darles en la resolución de sus problemas cotidianos... las propias empresas.

Para lo cual crearon las Gerencias de Recursos Humanos que tenían por objeto hacer una política de “ablande” en la conciencia de los trabajadores, haciéndoles ver que, cuando tuvieran un problema, en lugar de recurrir al Sindicato, recurrieran a la gerencia de recursos humanos. Eso hoy se ha generalizado. Ya no hay más gerencias de personal casi. Y prácticamente en casi todas las empresas, grandes, medianas y chicas, aparece esta denominación más elegante que es la de Gerencia de Recursos Humanos, cuyo único objetivo, aunque no lo digan, es delimitar la acción del Sindicato, procurar sustituir al Sindicato en la idea, en la cabeza y en la conciencia del trabajador, y de esa manera ir debilitándolo y haciéndole perder al Sindicato la fuerza suficiente como para sentarse a la mesa de negociación con la representación de todos los trabajadores.
Ese es un combate cotidiano que padecen los Sindicatos desde los años 80´. Fue acompañado por modificaciones a las legislaciones laborales de casi todos los países, para establecer lo que se llamó la flexibilización laboral, la polifuncionalidad, la modalidad, etc., toda una serie de palabras cuyo  objetivo central era y sigue siendo que el trabajo cueste menos, que el trabajador de alguna manera trabajara un poco más, produjera más, y si es posible ganara lo mismo.

El conflicto central de la relación laboral

Esto nos obliga a incorporar una verdad simple que es esta: por más que distintos organismos consideren que en el mundo del trabajo, en las relaciones laborales, tiene que imperar la paz y la concordia, que indudablemente todos estamos de acuerdo que debe imperar, tiene como
objetivo fundamental establecer que lo que es el núcleo de la relación entre el trabajador dependiente y la empresa se diluya. El núcleo central del pensamiento entre un trabajador y la empresa es que hay un conflicto natural y permanente que todas estas políticas liberales, aparecidas desde los años 70´ en adelante, tenían por objeto diluirlas, diluir el conflicto que existe entre un trabajador cuyo único capital es su fuerza de trabajo, que cuando trabaja procura vender su fuerza de trabajo al mejor precio, y que tiene frente de él al empleador, que compra su fuerza de trabajo y que procura pagar por ella el menor precio posible. Ese es el conflicto central que nutre de alguna manera la relación del trabajo entre el que vende su fuerza de trabajo y el que se la compra. El que la vende, con toda razón, procura venderla al mejor precio, y el que la compra procura comprarla al precio más bajo.
Como lo que se trataba, a partir de esa crisis de los años 70´, era reducir el valor del precio del trabajo, se estableció todo un conjunto de medidas y de ideas para ir procurando que se pudiera concretar la baja del precio del trabajo, para lo cual había que debilitar la capacidad del trabajador para restarle precio a su esfuerzo. Por más que se lo vista al mono, ese es el verdadero mono, el problema de procurar que el trabajo sea lo más barato posible porque eso indudablemente es lo
que va a aumentar los beneficios de la empresa.
Ese proyecto, así esquemáticamente expresado, comienza en los años 70´, se acentúa en los años 80´ y en el comienzo de los 90´ va a derivar, por diversos motivos, pero fundamentalmente por esa creación que se hace en los centros de poder, en que los Sindicatos se vayan debilitando, por un lado, por la ofensiva que hace el sector empresario mundial, y por el otro, por las propias condiciones objetivas que se daban en cada uno de los países.
Esto fue llevando a que los trabajadores empezaran a ver que el Sindicato tenía poco que ofrecerles, porque la mayoría de las conquistas grandes ya se habían obtenido, y la acción de las empresas llevaba a que las conquistas permanentes, que eran la de mejores condiciones de trabajo y mejores salarios, se vieran contrarrestadas por la acción, desde las Gerencias de Recursos Humanos, y a través de los medios masivos de expresión, destinada a hacer creer que el rol del Sindicato para buscar un mejor salario, mejores condiciones de trabajo, en realidad había dejado de ser útil, y que era mucho más útil que los trabajadores se arreglaran directamente con la gerencia de recursos humanos y con la “política social” de la empresa, de modo que cada uno anduviera lo mejor posible, las empresas ganando lo más posible y que lo que sobrara pudiera volcarse hacia los trabajadores en forma de salario.

La crisis de las organizaciones sindicales y el consenso de Washington
Esa política, dio bastantes resultados. Si nosotros medimos la capacidad de afiliación y de representación que tenían los Sindicatos europeos o los propios Sindicatos norteamericanos en los años 55´ encontramos que, por ejemplo, la tasa de afiliación en países como Francia o Alemania, estaba alrededor del 60 o 70 por ciento de afiliados. Con el correr de los años, llegando a fines de los años 90´, nos encontramos que la tasa de afiliación de países como Francia, que tenía el auge del poderío sindical en los años 50´ o 60´, había bajado del 60 o el 70 por ciento al 9 o al 10 por ciento de la totalidad de la masa de trabajadores afiliados.
¿Qué se había producido?
Una gran ofensiva, pero además, se había procurado tonificar en la cabeza de los trabajadores la idea que el Sindicato era poco lo que tenía para ofrecer. Y entonces el trabajador fue sustituyendo, por efecto de los medios de prensa, de los medios de comunicación y toda una parafernalia de medidas puestas por los sectores más conservadores, el trabajador fue siendo de alguna manera captado, y alejándose de la vida del sindicato y de las conducciones sindicales, y considerándose más que un compañero solidario, un cliente del sindicato.
Y entonces, en aquellos sindicatos que tenían todavía la fuerza como para obtener alguna ventaja, el trabajador, como cliente, se acercaba. Pero en aquellos sindicatos que habían resultado víctimas de esta gran ofensiva iniciada en los años 70´ y que tenían poco para ofrecer, los trabajadores se apartaban y se alejaban.
Fueron cayendo en una dialéctica muy riesgosa, los trabajadores se sentían cada vez más ajenos del Sindicato y estos a su vez, debilitados por el alejamiento de los trabajadores, con menores condiciones para luchar por conseguir mejoras y condiciones de trabajo.
Indudablemente esa situación no se ha revertido. Hay una crisis sindical mundial. Hay avances en algunas ocasiones, cuando se dan situaciones políticas muy particulares en algunos países, pero en general, si uno hace un análisis comparativo entre lo que eran los sindicatos de los años 60´ por ejemplo, y lo que son los sindicatos del año 2008 en Europa o en los EEUU, nos damos cuenta del retroceso en la capacidad de conducir el proceso de cambio y de modificaciones de las condiciones de trabajo y económicas de los trabajadores.
Ese retroceso se ha producido no solamente por las condiciones materiales que existen en cada país, sino más que todo por la pérdida en la capacidad de expresión que los Sindicatos han resultado víctimas por efecto de toda esta gran ofensiva de tipo ideológica y material concretamente.
En nuestro país, no hemos sido ajenos, aunque normalmente los efectos de las políticas del norte llegan un poco más retrasados, pero nuestro país también ha visto debilitado muchas veces el accionar sindical por el efecto de todas esas políticas que sintéticamente, en el caso de América Latina y de nuestra Argentina, solemos sintetizar por lo que se llama el Consenso de Washington.
En los años 90´, los sectores más conservado-res definieron qué debía pasar en cada uno de los países del resto del mundo con una cantidad de medidas económicas que fundamental y sintéticamente se podrían circunscribir a decir: señores, hay que procurar lo que en Europa se desarrolló en los años 80´, en nuestros países también debe desarrollarse en los años 90´, esto es, debilitar la acción sindical, procurar que el trabajo valga lo menos posible, de forma tal de procurar que las empresas puedan manejarse con mayor comodidad, facilidades y aumentar por ende sus ganancias. Y, cuando se produzca ello, lo que sobre podrá volcarse sobre los trabajadores.
La crisis sindical europea y americana, la tenemos en América Latina y en nuestro país también hemos llegado a un debilitamiento general de los Sindicatos, si tomamos en cuenta la capacidad que tenían los Sindicatos argentinos en los años 70 por ejemplo y comparamos la que tienen hoy,
nos encontramos que indiscutiblemente hubo un debilitamiento en general de los Sindicatos por efecto de una serie de políticas en el plano económico, en el plano laboral y fundamentalmente también en el sistema de relaciones laborales que se dan en el lugar de trabajo, entre la empresa, el sindicato y los trabajadores.

Hoy, aunque no se diga en forma explícita, en la cabeza de todo empresario, en general, está debilitar lo más que se pueda la organización sindical, debilitar la aproximación entre el sindicato y los trabajadores y por el contrario procurar que los trabajadores estén lo más alejados posibles de la organización sindical siempre partiendo de la base de que el Sindicato es un intermediario caro entre el trabajador y el empresario.
Esa idea de que el Sindicato es un elemento que encarece la fuerza de trabajo está dicha para ocultar el sentido mismo que tiene la organización sindical, que en la defensa de los intereses de los trabajadores lo que procura es mejorar las condiciones y mejorar los salarios. Donde no hay sindicato o hay un sindicato débil es más fácil que las condiciones del salario y las condiciones del trabajo las firme el empresario en trato directo con los trabajadores, es decir, aquello que se dice normalmente, el zorro dentro del gallinero.
Esa tarea de debilitamiento, de distanciamiento del trabajador respecto de la organización sindical, a nosotros los argentinos nos cuesta reconocerlo, en reuniones donde está el alma de una organización sindical, que es esta, el congreso con los delegados, es la oportunidad de, a veces, hablar descarnadamente.

La relación sindicatos-trabajadores

Nosotros, los sindicatos en general en nuestro país, a pesar de ser uno de los movimientos sindicales que mejor ha resistido la crisis mundial iniciada en los años 70´ a la que aludía, pese a eso, vamos a analizar cuáles fueron las razones por las cuáles los sindicatos se defendieron bastante bien en la Argentina frente al proceso de crisis, pese a ello, hay una situación de crisis en lo que hace a la relación entre las organizaciones sindicales y los trabajadores.
Si uno mira lo que era la vida de un Sindicato en los años 50´, 60´, o hasta los mismos 70´, la existencia de militantes y de cuadros, de trabajadores que voluntariamente trabajaban prácticamente casi todos los días en función de ayudar y desarrollar el sindicato, no sé concretamente en el caso de los gráficos, pero en general, por los sindicatos que yo estoy vinculado cotidianamente, hay un debilitamiento muy grande en la presencia de lo que se llamaba el militante o el activista. Y la proximidad entre las conducciones sindicales y el trabajador de base se hace mucho más compleja por esa ausencia de los cuadros militantes. Y entonces la tarea de los sindicatos ahora es mucho más compleja, porque llegar a los trabajadores individualmente por efecto de las acciones de las empresas, por efecto de las acciones de todo el pensamiento ideológico que se vuelca a través de los medios masivos, se hace cada vez más difícil. Y eso lleva a que, al hacerse mucho más difícil la tarea de juntar fuerzas para sentarse a negociar, se continúe produciendo un proceso de debilitamiento de las organizaciones sindicales.
En nuestro país, en los últimos 4 años, es evidente que las estructuras sindicales se han afianzado y fortalecido. Y subrayo las estructuras sindicales porque indudablemente el crecimiento y el desarrollo que han tenido nuevamente los sindicatos en nuestro país por efecto de las políticas económicas y sociales puestas en marcha, que son fundamentalmente la recuperación de la negociación colectiva de salario y condiciones de trabajo, les ha dado a los sindicatos argentinos la posibilidad nuevamente, de cumplir el rol genuino que tiene todo sindicato desde su fundación, porque al estar negociando colectivamente todos los años hay una posibilidad de tener una mayor aproximación con los trabajadores y de parte de los trabajadores recuperar de alguna manera la noción que el sindicato es un instrumento insustituible, si no es ganado por la conciencia del empresario a través de la política de los recursos humanos.

Es decir, en estos 4 o 5 años, la posibilidad que discutan libremente dentro de todas las condiciones objetivas bastante difíciles, ha permitido una cierta recuperación sindical. Pero de todas maneras, a nadie se le puede ocultar que, si bien las organizaciones sindicales puedan estar hoy en mejores condiciones que hace cuatro años, los problemas sociales que afectan a los trabajadores con empleo en blanco o a los trabajadores en negro, a los excluidos o a los sin trabajo, no se han resuelto, lamentablemente. Entonces, aparece la falta de solución a los problemas de los excluidos, a los problemas de las altísimas tasas de trabajo clandestino, en negro, irregular, etc., como se lo quiera llamar, que aún mantenemos. Tasas altísimas, intolerables, porque nosotros estamos en nuestro país en estos momentos con tasas de exclusión o de miseria y de pobreza de un 15 por ciento o de un 40 por ciento de trabajo clandestino o en negro; es decir, estamos, a pesar de que los trabajadores en blanco, los trabajadores regularizados estén bastante mejor hoy que hace 4 años, no ha hecho desaparecer el problema social central, el de los que menos tienen, no están bien en nuestro país. Por el contrario, los que menos tienen han agudizado el corte entre una sociedad, en la que algunos viven más o menos y hay otros que definitivamente están excluidos de los goces mínimos y esenciales de lo que se debe exigir en el siglo XXI a un habitante de un país medianamente desarrollado.

El papel de los sindicatos

Esa problemática, nos introduce al rol de los sindicatos, al papel de los sindicatos en la sociedad actual, en la que nosotros vivimos y lo que pasa en el mundo. Los sindicatos, como ustedes saben, nacen basados en una regla mínima, que es la regla más debilitada en los últimos 20 años también en nuestro país, que es la regla de la solidaridad. Aunque nosotros no lo queramos aceptar, el principio de la solidaridad ha sido sustituido dentro del campo social, dentro del campo del trabajo, por la idea esa que les decía de cliente.
El trabajador, cada vez se acerca al sindicato, en tanto que puede recibir algo del sindicato, no se acerca por el principio genuino de solidaridad de la clase trabajadora en función de un cambio,  sino que se acerca generalmente en la búsqueda de un servicio y de alguna ventaja.
Es la desnaturalización en sí misma del principio básico de las organizaciones sindicales, que es no que el trabajador se acerque solamente para recibir, sino que el trabajador se acerque para juntar las fuerzas individuales transformadas en un poderío social y modificar no solamente la condición en su lugar de trabajo, sino de alguna manera ser un instrumento para modificar las condiciones generales de la sociedad.
Cuando los Sindicatos se constituyen, una de las razones de antes, del durante y del ahora es, no solamente procurar obtener un salario o una condición de trabajo, sino ser un instrumento de cambio frente a las injusticias y de las desigualdades que imperan no solamente en el lugar de trabajo sino en el conjunto de la sociedad. Y cuando nosotros vivimos en una sociedad en la que hay 15 por ciento de la población en estado de pobreza o de miseria, un 40 por ciento de los trabajadores en negro sin que se les respete las condiciones básicas, los que tenemos trabajo en blanco, no podemos suponer que estamos preservados en esa condición de alguna manera privilegiada, sino que, mientras no desaparezcan esas condiciones de miseria, de pobreza, de exclusión o de trabajo en negro, somos víctimas permanentes de esa situación, porque esa situación debilita el accionar colectivo de los trabajadores, debilita el accionar de los sindicatos; porque la presencia de pobres, miserables, excluidos y de trabajadores en negro determina que los salarios de los en blanco sean menores de lo que podrían pagarse, porque se pierde la fuerza solidaria del sujeto social que son los trabajadores organizados.

Recuperar la solidaridad
Entonces, uno de los primeros temas que es necesario plantear, que se hace difícil plantear, es recuperar en la inteligencia de todos los trabajadores, de nuestros compañeros, el principio de la solidaridad. Y a esto, que parecía una oración religiosa, hay que darle un poco el carácter casi de la religiosidad laica de un sindicato. Debemos hacer carne que tenemos que recuperar en la cabeza de los trabajadores la idea de la solidaridad, porque si no estamos creando una especie de quinta columna o de un sabotaje en el movimiento de los propios trabajadores.
Porque en tanto se desarrolle la idea de solidaridad, se supera el aspecto individual de un trabajador para ser cubierto por el aspecto social del conjunto de los trabajadores. Mientras que, desde el punto de vista del empresario, lo fundamental que desea es acentuar la individualidad del trabajador y que se debilite el carácter social y solidario.
Por eso, poner el énfasis en el desarrollo de la solidaridad, en la conciencia de cada trabajador, es una de las condiciones elementales y más importantes para el quehacer de la vida sindical, para el fortalecimiento del Sindicato y por ende para el mejoramiento de las condiciones materiales de todos los trabajadores.
No es fácil. No es fácil porque estamos mucho más ganados, todas las organizaciones sindicales, por la idea de que los trabajadores están, se sienten bastante alejados del quehacer solidario de las organizaciones sindicales. Y los sindicatos, a su vez, por razones de las exigencias de la vida cotidiana, esto los lleva a que de alguna manera también, para mantener a los trabajadores, se acerquen, acentuando la condición de cliente, y eso lamentablemente, es un circuito que es difícil salir pero del que hay que plantearse salir, porque si bien es bueno darle beneficios, etc., a los trabajadores para que vengan y se mantengan en el Sindicato, el Sindicato no es simplemente una máquina de dar servicios, sino que en realidad es una máquina de acentuar la solidaridad para el mejoramiento del conjunto de los trabajadores y por ende un instrumento de mejorar las condiciones de los que, o tienen un mal trabajo, o porque trabajan en negro, o están desempleados, o están en la miseria.

El sindicato como instrumento del cambio social
Es decir, el Sindicato no puede quedarse en el rol de un prestador de servicios sino que tiene que procurar recuperar el rol que tenían los sindicatos cuando fueron constituidos, el de ser un instrumento para resolver los problemas individuales de los trabajadores de la actividad pero también un instrumento de un cambio social de la sociedad en su conjunto.
Y eso nos lleva al tema político. Cuando digo político no hablo de partido, hablo del pensamiento que trasciende al hecho individual o social del lugar de trabajo para ir al conjunto del país.
Los Sindicatos tienen que recuperar su condición, no solamente de resolver los problemas individuales de los compañeros trabajadores afiliados, sino que tienen que recuperar el poder ser un contrapoder político y social.
¿Qué significa esto?
Si cada Sindicato se ciñe a resolver los problemas individuales de sus trabajadores afiliados, salarios, condiciones de trabajo y se olvida del conjunto, pierde el valor más importante que es el valor político global, el de ser un instrumento de cambio de la sociedad, no solamente del lugar de trabajo.
Y eso es lo que se llama el rol de los sindicatos como contrapoder político y social.
Vale decir, no ser simplemente un sindicalismo que presta servicios sino ser un sindicalismo que formula propuestas sociales para resolver determinados temas del conjunto de la sociedad. Nosotros en general, nuestro país, hemos perdido bastante las ideas del sindicalismo como un poder social, pero en realidad las hemos perdido bastante menos que en otros países más desarrollados. ¿Y por qué? No porque seamos mejores nosotros los argentinos, ni porque sean más tontos los otros. Acá hemos podido mantener con una relativa capacidad de resistencia las estructuras sindicales porque Argentina tiene un modelo sindical muy atacado por la prensa, muy atacado por todos los medios de información, pero que es necesario hacer conciencia de que es uno de los mejores modelos de organización sindical que se pueda pensar en el mundo entero, incluyendo a los países más desarrollados del mundo.
¿Qué es lo particular que tenemos nosotros?
Nosotros tenemos dos principios básicos que se crearon entre el año 1945 y 1955. Esos principios básicos que hacen a la estructura sindical, es lo que normalmente se llama modelo sindical, se fundamentaba en un solo sindicato por actividad, la existencia de delegados sindicales en los lugares de trabajo que cumplan el doble rol de ser representantes, y esto es importante hacerlo claro, a veces se pierde; los delegados, que eligen los trabajadores sean o no afiliados, tienen el doble rol, en muy pocos países, contados con la mano, de ser representantes de los trabajadores ante el empresario, representantes de los trabajadores ante el sindicato, pero a su vez, representantes del sindicato ante los trabajadores y representantes del sindicato ante la empresa.

El delegado y su rol, define el modelo sindical
Esto que parece natural, no es tan natural en la enorme mayoría de los países del mundo. En la mayoría, los delegados de personal son delegados de personal frente al patrón y punto. Pero no cumplen el doble rol. En general, en el mundo los delegados son representantes de los trabajadores frente al patrón. Y entonces esa condición de los delegados en el resto del mundo debilita la acción del Sindicato, porque se le hace sumamente difícil tener la presencia en el lugar de trabajo, tener su presencia frente al patrón.
Entonces, un principio es el de un solo Sindicato por actividad y esa doble condición, esa doble vía que tienen los delegados, que son el núcleo esencial de los sindicatos, un sindicato sin delegados es una caja vacía, puede estar muy linda por fuera, etc., pero por dentro le falta lo esencial, porque la correa de trasmisión del pensamiento, de las ideas y de las necesidades de cambio que el sindicato formula, la única manera de hacerla circular es a través de los delegados.
El pensamiento del sindicato se nutre por el aporte que hacen los delegados trayéndole el mensaje de los trabajadores y a su vez el mensaje del sindicato, por medio de los delegados, a los trabajadores y a la empresa. Eso es un elemento fundamental del mantenimiento de la vida sindical y del mantenimiento de los principios básicos.
Tenemos, un solo gremio por actividad, un sistema de delegados muy particular, y algo que los sindicatos argentinos, desde siempre diría, tuvieron, que es el de procurar cubrir con su accionar no solamente el tema de salarios, condiciones de trabajo, sino además acercarse a la vida cotidiana de los trabajadores por la vía de prestación de servicios.
En general en el mundo, el pensamiento de los países europeos era que los sindicatos no debían ocuparse de realizar servicios que no fueran exclusivamente la discusión de salarios, convenios colectivos, condiciones de trabajo, etc. La Argentina siempre tuvo esa característica de mantener el núcleo central de la razón de ser del sindicato, pero a su vez intervenir y acercarse a la vida cotidiana del trabajador, no solamente en el lugar del trabajo, sino en el lugar de residencia y en la vida global a través de servicios.
Y si los que tienen más edad se acuerdan de los sindicatos de los años 60´, 70´ en nuestro país, un trabajador en esa época desde que abría los ojos a la mañana, la presencia sindical se desarrollaba no solamente en el lugar de trabajo sino en toda su vida cotidiana. Porque estaban presentes en el campo de la cultura, estaban presentes en atender o resolver de alguna manera los problemas de la educación, en resolver los problemas de la salud, los problemas de la vivienda y los problemas
culturales.
Los sindicatos, y eso permitió que fueran tan fuertes, podían resolver casi todos, o eran actores en la resolución de casi todos los problemas que se le presentaban a un trabajador.
Si hoy analizamos los servicios públicos que según la Constitución Nacional establecen que todo ciudadano en condición de ciudadano debería gozar, nos centramos en los 7 u 8 servicios públicos esenciales, educación, salud, vivienda, transporte, servicios domiciliarios, seguridad, seguridad pública, comunicaciones. Esos servicios, si hoy los trabajadores pudieran gozar en la plenitud en la que se deberían gozar, nos harían por ese sólo hecho saltar en la capacidad y en el mejoramiento de nuestras condiciones cotidianas, mayores que los mayores salarios que podríamos obtener en la negociación colectiva.

¿Cuál es mi objetivo? Afianzar el sujeto social

Trascender el ámbito del convenio y el salario

En esta idea, si nosotros centramos solamente la acción del sindicato en resolver el tema del convenio colectivo y del salario y olvidamos todo ese arco que implican los 7 u 8 servicios esenciales que necesita el trabajador, nos vamos a quedar siempre con un retraso, y por eso es necesario trascender de eso del trabajo y del convenio a plantearse la reivindicaciones llamadas políticas porque hacen al conjunto, por ejemplo, si hablamos de modificar las condiciones de los trabajadores en la argentina de hoy, una de las formas simple de planteárselo es que los servicios, 7 u 8 servicios esenciales que la CN dice que deben ser gozados por todos los trabajadores, ese cambio político institucional implicaría un cambio sustancial en la vida de los trabajadores, de los que tienen trabajo y de los que no tienen trabajo, porque estaríamos resolviendo los problemas centrales que son comunes a todo ser humano que vive en una sociedad mínimamente desarrollada.
Eso que es simple porque en los servicios públicos, normalmente, a raíz de toda la ofensiva ideológica producida en los años 70´ en el mundo y en nuestro país unos años después, ha repercutido, hemos perdido de vista la condición no solamente de un trabajador que se preocupa por sus problemas en su lugar de trabajo, sino de un trabajador que se preocupa a través de la organización natural que es el sindicato, en cambiar las otras condiciones, no solamente las del lugar de trabajo, sino las condiciones globales de la sociedad en la que vive.

País injusto
Por supuesto que este segundo planteo, esta segunda función del sindicalismo de constituirse en un instrumento de cambio social para que todos podamos gozar de lo mínimo y esencial, es lo que hace que se diferencie si es un país medianamente justo o es un país medianamente injusto. Nosotros, por la falta de goce y beneficio de todos los servicios públicos que merece un ciudadano, estamos, aunque no nos parezca, dentro de la categoría de los países injustos. Este es, lamentablemente, uno de los países en los que hay una relación de injusticia muy alta, muy alta porque hay una enorme parte de compatriotas nuestros que no gozan de ninguno prácticamente de esos servicios, porque no tienen salud, porque no tienen una educación adecuada, porque no tienen vivienda, porque no tienen transporte, porque no tienen servicios esenciales mínimos en su vivienda o en su barrio o hábitat, y porque no tienen un adecuado sistema de seguridad social.
Nosotros somos un país, aunque algunos estén bien, una gran parte está muy mal y eso lo coloca en una de las condiciones de países con una gran injusticia, aunque uno no lo quiera ver, pero es así. Frente a este modelo, nosotros tenemos y se puede marcar, hay países en el norte, sobre todo los llamados países nórdicos, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, donde todos los ciudadanos gozan de esos 7 u 8 servicios esenciales a los que aludía. Hay un plafond igualitario mínimo de una altísima calidad, y es lo que hace que esos países sean considerados como los países de mejor calidad de vida, porque todos los ciudadanos, no solamente los que trabajan bien o tienen un buen salario, tienen el goce de algunos servicios y condiciones, sino que todos por igual tienen un mínimo. Nosotros, lamentablemente, tenemos una sociedad segmentada, dividida, en la que hay una enorme cantidad de trabajadores en blanco, en negro, en gris, con estudios y sin estudios, una enorme proporción que no gozan de los mismos servicios que un ciudadano de un país democrático y socialmente avanzado debería contar.

El aislamiento de los sindicatos

Eso nos lleva a que, para superar esta crisis de la cierta noción de ajenidad, de ajeno, que muchas veces los trabajadores sienten con respecto al sindicato.
¿Cómo contrarrestarla?
En principio, tenemos estructuras sindicales fuertes, pero carecemos en general, que esas estructuras sindicales fuertes puedan corresponderse con un poder de cambio o de reforma social suficientemente fuerte, y es uno de los elementos que es necesario replantearse, porque hoy en día
los sindicatos no pueden seguir aislados de la vida social sin los medios de comunicación imprescindibles, los sindicatos no podemos seguir dependiendo de los órganos de prensa, de televisión y de radio que son del sector empresario y todo el mensaje que cotidianamente se trasmite al trabajador individual es un mensaje antisindical, subliminalmente a veces, no se plantean decir que los sindicatos se tienen que destruir, pero cotidianamente hay un mensaje de crítica directa o indirecta al accionar de los sindicatos.
Nadie puede desconocer que hay sindicatos que puedan estar bien o mal administrados, pero cuando se los critica desde los medios de prensa no se los critica para mejorarlos y hacerlos más fuertes: se los critica para que se desarrolle en la conciencia de los trabajadores individualmente la idea de que los sindicatos no sirven, porque desarrollar la idea de que el sindicato no sirve es la que mejor favorece la posibilidad de que cuando tenga que negociar el sindicato negocie en muy malas condiciones, porque la noción que se imparte y reciben los trabajadores individualmente es negativa.
Entonces, uno de los temas centrales de los sindicatos es plantearse la necesidad no solamente de negociar el salario y las condiciones de trabajo sino estructurar un contrapoder social para establecer en la sociedad unas condiciones más óptimas para que el mensaje sindical llegue.

La prensa sindical
Por ejemplo, no tengo por qué silenciarlo, es inconcebible con la capacidad y la fuerza que hoy tienen las estructuras sindicales, no dispongamos una poderosa prensa sindical que se corresponda con los objetivos de esa estructura.

Es indispensable y creo que se va a abrir un debate en poco tiempo sobre la necesidad que los trabajadores tengan sus propios medios de información directa, porque es necesario recuperar el nivel de conciencia de los trabajadores y que dejen de considerarse clientes del sindicato para volver a considerarse un compañero solidario que piensa por él, por el conjunto y por el conjunto de la sociedad en función de trasformarla.
Decía que el modelo argentino ha sobrevivido mejor a causa de lo que se llama el modelo sindical.
Un sindicato por actividad, un sistema de cuerpo de delegados muy particulares y también el sistema de procurar desarrollar los mejores servicios posibles, ahora, las dificultades que tienen las
organizaciones sindicales para avanzar en la provisión de nuevos servicios, están ligadas indudablemente a las condiciones materiales que cada uno de los sindicatos pueda tener. Entonces es como el huevo y la gallina, nosotros, para tener mayor fuerza, tenemos que recuperar la conciencia del trabajador; a su vez, para recuperar la conciencia del trabajador tenemos que procurar atraerlo, y para recuperar el sentido de solidaridad tenemos que darle mejores servicios para que sea más atractivo su retorno y su llegada al sindicato. Pero a su vez la mejor cantidad de servicios se hace muy dificultosa si el sindicato no es una organización que tenga los medios suficientes. Y si está debilitado por la falta de la acción de los trabajadores es difícil que el sindicato pueda obtener mejores condiciones.

Modificar la vida de los sindicatos
Es una tarea que en determinado momento tiene que modificar la vida cotidiana de un sindicato, es decir, hay un momento en donde hay que replantearse un salto.
Simbólicamente, diría que en estos momentos, tenemos fuertes estructuras sindicales, pero es indispensable que se planteen una propuesta social general, no limitada a cada una de sus actividades, sino una propuesta de cambio general.
Recuperar no solamente la función de negociador de condiciones de trabajo y salario sino la de ser una contrapropuesta social.
En estas últimas elecciones, esa falta de contrapropuesta social, produjo un hecho que obliga, estando en el sindicato yo creo que se puede hablar. Había unas elecciones importantes, no decisivas porque no se elegía un presidente, pero importantes. La Confederación General del Trabajo, con un muy buen criterio el día 30 de abril hace un acto masivo, importante -50, 60, 80 mil personas- donde plantea que habría que darse la defensa de algunas de las conquistas y reivindicaciones que se habían obtenido desde el 2002 hasta ahora: ese es el eje, foco central del acto. Pero ¿qué ocurrió? No tengo respuestas, yo lo converso y lo he conversado muchísimo con los sindicatos. Después de ese acto, importante, uno de los actos más importantes que han desarrollado los sindicatos argentinos en los últimos 20 o 30 años, no hubo continuidad. Después del acto del 30 de abril no hubo continuidad en el interior del país, no hubo continuidad no solamente en las plazas a través de actos públicos, sino que no tuvo continuidad en el mensaje de los sindicatos a los trabajadores en ocasión de la delegación. No para decir cómo debe votarse, vote al partido A, B o C, no. Frente a una elección los trabajadores debemos procurar que el voto se encauce en defensa de lo mejor que nos puede significar para la vida social del conjunto de los trabajadores, no hubo continuidad.
¿Y qué sucedió?
Sucedió que se ha dado una situación sumamente riesgosa, al margen de la camiseta de cada uno, que los trabajadores han votado de forma dispersa, primando en el hecho de una elección, el aspecto individual, bueno, es que a mi me gusta fulano, me gusta zutano. Pero se había perdido la idea que en un proceso electoral hay que pensar socialmente y decir qué es lo que mejor conviene, no del punto de vista personal mío, que me resulta más simpático fulano o zutano, sino cuál puede ser la mayor utilidad del voto para el conjunto de los trabajadores, para el conjunto de los más necesitados, para mejorar la situación.
Pero eso no se produce, se produce una dispersión en el voto de los trabajadores argentinos. Y se produce un resultado muy particular. Si eso no se corrige podemos enfrentar situaciones que, ha ocurrido en otros países, que sintiéndose socialmente solidarios en el lugar de trabajo, se pierde la sociabilidad, se pierde la solidaridad, y así, cuando hay que hacer de esas ideas y conductas una expresión política, ahí se piensa individualmente: y esa es una forma de suicidarse.
Suponer que el trabajador cuando vota tiene que votar independientemente, por el que le gusta más y no votar en función de sus intereses colectivos, puede llevar a un suicidio, a un suicidio de una clase trabajadora que no piensa en los momentos decisivos como clase y piensa como grupo de individuos.
¿Y por qué ocurre eso?
Ocurre porque todos los medios de formación de una conciencia están dirigidos cotidianamente a delimitar el nivel de conciencia social y solidaria de los trabajadores para que prime el carácter individual, porque primando el carácter individual, así como en la fábrica el patrón puede hacer lo que quiere, en la política si prima un carácter individual vamos a elegir candidatos antagónicos a nuestros intereses y que pueden afectar nuestro propio futuro.
En 1932, 1933, Alemania era el país con el movimiento sindical más fuerte. Estaba la corriente socialista y comunista, era el modelo de sindicalismo. Y llegó una situación política en la que los sindicatos se confundieron, consideraron que no era riesgoso, que no estaba en juego un determinado desarrollo, y en ese país, que era el país más avanzado, con mayor cultura social, etc., los trabajadores, sin darse cuenta, lo pusieron a Adolfo Hitler en el poder y la noche cayó para los trabajadores y los sindicatos de Alemania por casi 30 años, hasta 1950.
Ese episodio de los sindicatos alemanes en la solución del nazismo, etc., fue criticado por gente que escribió sobre la historia como la tragedia del movimiento obrero. Lo que ocurrió en Alemania fue una verdadera tragedia, porque la falta de un rumbo político en determinado momento condujo a que se llevase al país, sin cumplir los sindicatos el rol que debían haber cumplido, a una situación bastante difícil y trágica.

El modelo solidario como objetivo

En nuestro país, no digo que estemos en una situación de tal tragedia, pero sí políticamente es muy similar. Si nosotros, los sindicatos, no recuperamos nuestra condición de contrapoder político, vuelvo a insistir, la idea de que como sindicatos no solamente tenemos que opinar en las condiciones particulares de las condiciones de trabajo, etc.; sino que dejamos de pensar en el conjunto de la sociedad, podemos llorar.
¿Por qué?
Porque en nuestro país está en discusión un modelo, y algunos ponen el énfasis en la distribución de la riqueza, procurar que los 7 u 8 servicios públicos puedan llegar cada vez más a todos los ciudadanos sin distinciones, y hay otros modelos que pueden poner el énfasis en que hay que desarrollar el capital, hay que acentuar el capital, y que cuando el capital produzca más, rebase el vaso, le va a llegar a los trabajadores, o a los humildes, a los asalariados, a los excluidos, a los pobres o a los miserables.
Son dos alternativas en las cuales sería sumamente erróneo, suicida, de los trabajadores y de los sindicatos argentinos, si no supieran poner el énfasis en lo que hay que procurar afianzar por las vías que sean necesarias, es el modelo social, solidario, de redistribución de la riqueza.
Si se repite el fenómeno de esta elección en una futura elección en 2011, podemos correr el riesgo que al dispersarse la fuerza social, el sujeto social, el sindicato y los trabajadores, si se dispersan y el pensamiento se canaliza individualmente, puede ocurrir que sin darse cuenta, como les ocurrió a los trabajadores alemanes en el 32´, 33´, estemos votando a quien contradice nuestros propios intereses de trabajadores, de asalariados y de ciudadanos que necesitan un cambio de modelo en función que todos los servicios, que son necesarios puedan ser gozados a través de una correcta redistribución de los ingresos y de una reforma impositiva.

El cambio como responsabilidad colectiva, el contrapoder
Equivocarse en un sistema democrático, que hay que afianzar por supuesto, equivocarse en los procesos electorales, es suicida. Ahora, no es responsabilidad de los trabajadores individualmente: es responsabilidad de las organizaciones sociales, de los sindicatos; es responsabilidad en el caso de los gráficos, de todos ustedes, replantearse, repensar, si el rol del sindicato tiene que ser exclusivamente el convenio colectivo y las condiciones de trabajo o si el rol del sindicato tiene que ser eso más la propuesta y la contrapropuesta de cambio social que se da en el país a través de las elecciones.
Yo creo que es indispensable recuperar la conducción de un contrapoder de propuesta, un sindicalismo de propuestas sociales y políticas, de forma tal de que los trabajadores en el momento de la elección tengan una orientación, reciban la orientación y la respeten. Porque no sacamos nada con solamente enviar un mensaje y no hemos creado previamente las condiciones como para que este mensaje sea recibido, y como tal el trabajador actúe en el acto electoral como corresponde a sus intereses propios. Es una tarea difícil, pero que se puede realizar y no hay que esperar a que venga de arriba sino que tiene que salir desde abajo la necesidad de que, desde el delegado hacia las estructuras sindicales, hacia los plenarios congresales, aparezca, en forma clara la necesidad de expresarse políticamente, no de partido, sino políticamente en cuanto a propuestas sociales de cambio. Porque si no las consecuencias pueden ser sumamente dramáticas.

La ofensiva antisindical

Otro tema que hace a lo inmediato, a lo cotidiano, es el de la ofensiva antisindical al modelo sindical argentino. El modelo sindical argentino, sintéticamente, es un modelo muy fuerte, es un modelo ejemplar en cuanto a bases estructurales de un movimiento sindical importante. Las bases están. Cuando se ataca el modelo sindical se lo ataca no para mejorarlo sino para debilitarlo, y si es posible para anularlo. Al margen que haya motivos de crítica que uno pueda hacer a las organizaciones sindicales.

Una es la crítica que podemos hacer en el seno de este congreso hacia determinados modos, etc., de los sindicatos para mejorarlos; y la otra, la crítica que se hace desde afuera que tiene como objetivo debilitar a todos los sindicatos, a los buenos, a los malos, a los regulares, porque de lo que se trata es de debilitar.
Esa ofensiva, que se va a acentuar, necesita por parte de las organizaciones sindicales y la gráfica es una de las organizaciones sindicales con mayor tradición y la de mayor importancia cualitativa,  por lo que es el producto del trabajo de los gráficos. Indiscutiblemente necesitamos que los sindicatos vayan a los trabajadores.

Y el ir hacia los trabajadores implica que hay que ir no solamente en determinadas ocasiones, sino que hay que ir permanentemente contrarrestando la ofensiva de los medios masivos, para lo cual los sindicatos van a tener que darse los instrumentos de información permanente, porque si no los mensajes se pierden, permanente como para no ser sorprendidos por la ofensiva antisindical.
No solamente hay una ofensiva antisindical por parte de los medios, hay una ofensiva antisindical que está, como el huevo de la serpiente, en estos momentos, nutriéndose de un lugar donde era difícil pensarlo, que es el poder judicial.
Cuando digo el poder judicial me refiero en general a cuál es el pensamiento dominante. En general, casi uniforme en todo el país. El que los sindicatos, y nos vamos a introducir en un tema complejo pero voy a ver si puedo ser lo suficientemente claro, y es el tema de la libertad sindical.

La libertad sindical
Todos los jueces y en general, no porque sean enemigos nuestros sino porque están ganados por un sistema ideológico, van a plantear, están planteando el tema de que en la República Argentina no hay toda la libertad sindical que debería existir.
Ese concepto es un concepto que está destinado a debilitar el modelo sindical de un solo sindicato por actividad. El problema, como está planteado el tema de la libertad sindical, es el que puede haber muchos sindicatos por actividad si así lo quieren los trabajadores.
Si eso avanzase en este país sería la muerte del movimiento sindical, porque la mejor forma de debilitar a un movimiento sindical es, en lugar que haya una sola voz ante el patrón es que haya tres o cuatro voces, porque seguro que entre una de esas tres o cuatro voces, una o dos son las del patrón, aunque aparezca como fuera de un sindicato.
El tema de la libertad sindical va a ser un tema que está planteado con gran actualidad, los jueces en general están ganados por ese principio. Consideran que el modelo sindical argentino tiene que modificarse y tiene que ser preciso haya más de un sindicato por actividad. Gravísimo esto.
La síntesis correcta es la siguiente.
Un solo sindicato por actividad, una sola voz hacia el exterior, pero al interior del sindicato tiene que haber miles de voces. Lo que los jueces plantean que debe ser la libertad sindical es hacia adentro, que adentro se puedan expresar todas las opiniones. Pero cuando hay que expresar hacia afuera, tiene que haber una sola voz, porque esa es la que realmente permite la acumulación de fuerzas para sentarse a negociar.
Si el que se sienta a negociar es un hombre de experiencia, que sabe pelear, etc., pero no tiene nada atrás de si, en la mesa de negociación, simbólicamente al conjunto de los trabajadores del sindicato, los que se sientan a negociar tocarán la guitarra, hablarán mejor, pero no tienen capacidad de negociación porque no tienen al conjunto de los trabajadores. Y para tener al conjunto detrás es indispensable, por lo pronto, que haya una sola organización, y que haya un funcionamiento interno que permita desde las conducciones, por medio del cuerpo de delegados,  se nutra al trabajador neutralizando toda la campaña que desde el exterior se dirige a la cabeza individual de cada trabajador.
En segundo lugar, hay un ataque que está planteado, al cual se prestan sin darse cuenta, así como a veces los trabajadores individualmente van y votan, por ahí los trabajadores individualmente se plantean situaciones que consisten en que no les gusta aportar al sindicato porque el sindicato me da poco. Hay una campaña para debilitar económicamente a todos los sindicatos. En general, en los convenios colectivos, el que no lo tenga lo debe tener, la ley autoriza que en un convenio colectivo se ponga una cláusula que diga que todos los beneficiarios del convenio colectivo van a deber aportar al sindicato.
Aparentemente, qué dicen los jueces, no, por qué, si yo no soy afiliado,  por qué voy a tener que aportar si me dan el convenio colectivo. Casualmente, el sentido que dice la ley, y hay una ley que lo autoriza, es que en un convenio colectivo los que no son afiliados no pueden enriquecerse y beneficiarse sin dar nada.
¿Por qué?
Porque en ese caso qué se hace, se nutre cada vez más en la conciencia de los trabajadores, para qué voy a ser afiliado, para qué voy a pagar la cuota si de todas formas gozo del mismo convenio y demás beneficios.

La ofensiva jurídica
Entonces, la ley previó que en los convenios colectivos se puedan establecer cuotas de solidaridad para que los que no son afiliados se beneficien del convenio, que se benefician de los salarios, pongan platita para mantener la organización sindical.
Hay una campaña muy pesada que lleva a los jueces, en general, cuando les llega un juicio en el cual un trabajador no afiliado se presenta y dice: a mí me están descontando y yo no soy afiliado si no quiero ser afiliado por qué me van a descontar… todos los jueces casi sin excepción fallan a favor del trabajador y dicen: esta cláusula es inconstitucional.
Esa es una ofensiva que hay que advertirla porque es muy fuerte, cada vez más se está notando en jueces de todas las provincias, sin excepción, que cuando pueden y tienen la oportunidad pegan al poder sindical y pegan a lo más sensible, que es la base de sustentación de la organización sindical.
¿Y qué sucede?
Indudablemente el trabajador que se presta inconcientemente, o concientemente, la famosa frase ¿no? ¿Está inducido desde la empresa? Y a veces sale de la propia casa del trabajador: “¿Qué carajo te da el sindicato?”. Cuando esa frase irrumpe y es escuchada, ahí está el huevo de la serpiente, ahí está el peligro, ahí se perdió la noción básica del principio de la solidaridad.
Cuando uno se plantea ¿qué me dan? Ahí ya estoy pensando como un cliente, como un comerciante, como quien va a comprar un par de zapatos.
Yo me planteo en el sindicato el principio de que todos juntos pensemos por un mejoramiento común, no en lo que me dan a mí. Y hay casos, se dan con mucha frecuencia, en los que el sindicato lamentablemente a veces, con poca organización, con deflexión de los dirigentes, los trabajadores que no se afilien y cuando ven que les hacen un descuento de su cuota salarial, ahí se presentan con mayor frecuencia de la que suponemos, instrumentados generalmente por la empresa, instrumentados aunque no se note, aunque no se sepa, las empresas suelen hacer, cuando alguien les consulta, un trabajador que no es afiliado, ¿cómo le están descontando?
Y bueno, porque los dirigentes firmaron un convenio…Y entonces, generalmente la Gerencia de Recursos Humanos les dice: “Y bueno, reclamá, pedí”. Y hasta le dicen: “Si querés te podemos sugerir un abogado, etc.” Y cuando plantean tienen eso, lamentablemente, como se está dando en estos momentos, sobre todo a partir de un fallo que ha dictado esta Suprema Corte, que es muy buena Suprema Corte, pero que en el tema social sindical está muy mal orientada, que ha planteado como eje central, en un fallo famoso dado hace unos meses, el tema de la libertad sindical en el cual hay que plantearse que nadie puede ser obligado a aportar, llegado al caso, sin ser afiliado.
Ese es un tema que es esencial tenerlo presente. Que el modelo sindical argentino es muy buen modelo para la organización sindical y directa e indirectamente para los propios trabajadores, pero que está siendo acosado no por la verborragia que se alude al principio de la libertad sindical sino fundamentalmente al principio que comenzábamos este charla en los años 70´, a debilitar la organización sindical para hacer más barata la negociación y hacer más barato el precio del trabajo. Esa es la razón de fondo: bajo el ropaje de libertad sindical lo que se procura es el libertinaje.
[1] Y como decían algunos compañeros míos: muchas veces, bajo el ropaje de la libertad se oculta un modelo de esclavitud.

Defender el modelo sindical
Tenemos que estar muy concientes, no solamente los directivos sino en general todas las organizaciones sindicales: hay que parar la ofensiva contra el modelo sindical porque detrás de la ofensiva del modelo sindical viene la ofensiva contra los propios trabajadores, y que como en el modelo alemán, se puede después pagar con lágrimas y sangre lo que no se supo defender pacíficamente, ordenadamente y sin ningún riesgo.
Y que, a través de la toma de conciencia, que la unidad sindical con solidaridad es el mejor andamiaje para enfrentar todas las consecuencias económicas, sociales y políticas a las que nos podemos ver enfrentados como trabajadores.
Unidos al tema de la defensa del modelo, unidos a la necesidad de hacer cada vez más fuerte materialmente a la organización sindical, a través de todas las provisiones de servicios, no solamente en la negociación, no solamente en la defensa de las condiciones materiales del lugar de trabajo, sino a través de la mayor cantidad posible de servicios que permitan recuperar al trabajador, pero acompañado de prédica permanente que no tiene por qué ser hecha en un sindicato, sino que lo ideal es hacerla desde un colectivo de sindicatos y en este caso, en nuestro país, a través de la CGT y a través de las distintas regionales.
La necesidad de estar presentes en la toma de conciencia por parte de los trabajadores.
Hay que ir a la cabeza individual del trabajador, hay que ir al seno de la familia, los sindicatos tienen que volver al barrio, como era en los años 60´ y 70´, los sindicatos no estaban solamente en el lugar de trabajo sino que estaban en el barrio, porque ocupaban la vida cotidiana, casi las 24 horas del día de los trabajadores. Entonces era muy difícil que un trabajador se equivocase por ejemplo cuando votaba, porque su nivel de conciencia era global, no era solamente en el lugar de trabajo sino frente a la sociedad.

Y mi preocupación, como es la de muchos dirigentes es que, frente a este episodio que se produjo en esta elección[2], al margen del resultado, sino cómo se expresaron los trabajadores, se corre el riesgo que si los trabajadores se expresan políticamente en forma dispersa, sin propuestas sociales comunes, encontremos que finalmente estemos nosotros mismos destruyendo el contenido básico del accionar sindical que, como decíamos al principio, es la solidaridad.

Sindicatos y actualidad
Ustedes han visto que desde el gobierno se ha abierto el problema del diálogo político, y entre una de las formas del diálogo se anuncia la constitución de lo que podría ser un Consejo Económico y Social. Los consejos económicos y sociales en general no sirven para nada, contra lo que se dice, yo voy a ser sincero. Los consejos son representantes del gobierno, de los trabajadores, y de las empresas que se reúnen en un ente y analizan los problemas de tipo económico, social, y que pueden ser eventualmente tratados por el parlamento. Pero primero se analizan entre los actores sociales y el Estado. En general, los consejos económicos sociales tuvieron importancia en los años 60´ hasta los años 70´, en los países desarrollados, en momentos en donde había bastante para dar, en donde la economía andaba bastante bien y entonces en general los consejos eran un ámbito en el cual se hacía una distribución de beneficios, tanto para el sector empresario como para el sector de los trabajadores, que más o menos podía equilibrar y dejar contentos a las dos partes, con la presencia del Estado como árbitro. Y eso anduvo bien hasta la crisis de la que hablamos, la crisis petrolera del 70´, y los consejos económicos sociales perdieron importancia.
El último modelo que se ha tomado acá en nuestro país es el modelo español, que no funciona como dicen que funciona. Es un organismo en el que se reúnen los empresarios, pero como los sindicatos en España están débiles, por más que haya un consejo en donde se reúnen, en tanto que los sindicatos están débiles, es poca la acción que pueden desarrollar en el seno del consejo. Porque en el seno del consejo es como si dijéramos es una paritaria permanente, donde están los empresarios, están los sindicatos, analizan los problemas que el gobierno les envía, pero si los sindicatos están débiles es poca la función que pueden cumplir. Y eso va llevando a que indudablemente los consejos, incluso el de España que acá se ha propagandizado mucho, no funcionen. Normalmente, cuando los sindicatos tienen capacidad y función importante de presión o una presencia política y gremial, no les interesa demasiado el Consejo Económico y Social, porque normalmente funciona como un chaleco, si los sindicatos son fuertes, me meten en un Consejo para enchalecarme y para que presione menos de lo que puedo presionar
sin entrar en un Consejo.
Lo que está por pasar acá, no sabemos todavía cómo va a ser, puede ser que sea una alternativa, de que sea un Consejo Económico y Social que más le interesa al sector empresario, que es el que más lo está pidiendo. Ahora, si el Consejo económico social que se constituya eventualmente en nuestro país, no conocemos todavía el instrumento, la norma, es con facultades suficientes como para resolver, puede ser interesante para nuestro país, para los sindicatos.
En tanto y en cuanto nosotros tenemos hoy por hoy los sindicatos estructuralmente fuertes que podrían, si les dan capacidad de resolución, ser interesantes en la participación en el Consejo Económico y Social.
Ahora, si el Consejo es simplemente una caja para analizar las problemáticas que planteen el gobierno o empresarios, habrá que ver si realmente es útil o no.
Es un tema a discutir, porque lo que hay que evitar es que el Consejo Económico y Social sea un chaleco para los sindicatos. Lo que hay que procurar es que sea un lugar en el que las partes tengan igualdad de posibilidades de analizar lo que el poder ejecutivo le envía. Porque los Consejos Económicos y Sociales son órganos de consulta, no son órganos ejecutivos. Se juntan empresarios, trabajadores y el Poder Ejecutivo les pide una opinión, que no necesariamente es obligatoria para el gobierno.
Pero que es interesante porque bueno, si va a pedir una opinión sobre temas que afectan a los trabajadores es interesante. Pero si ese pedido que se puede hacer a un Consejo económico y social no es obligatorio para el gobierno, en el sentido que debe pedir opinión antes de mandar
una ley al parlamento, el valor del Consejo puede ser muy relativo.
Y traigo esto porque es un tema que vamos a afrontar posiblemente en poco días, el de cuáles sean las características de este Consejo. Lugar en donde, en la situación de dificultad que tiene nuestro país, puede o no ser beneficioso, dependiendo de cuáles sean las facultades y condiciones con las que ese Consejo se establezca.
Y esto viene no solamente por el Consejo, sino por el concepto de la negociación. Es decir, en una sociedad democrática, los problemas de los trabajadores, de los sectores populares, requieren de instrumentos que tienen su origen en el Congreso de la Nación. Pero si nosotros, los trabajadores, organizados sindicalmente, tuviéramos posibilidad de acceder a un ámbito en el cual se pudiera incluir la opinión final de los legisladores, sería altamente positivo, en tanto la situación de las estructuras sindicales hoy son lo suficientemente fuertes como para que éste pedido de opinión con resultante final en el parlamento... Si es meramente consultivo sin ninguna obligación para el gobierno de tomar en cuenta de alguna manera la opinión de los trabajadores y de los empresarios, sería, como decimos vulgarmente, un “engaña pichanga”, no tendría mucho interés. Pero no debería perderse de vista, aunque fuera un “engaña pichanga”, que es indispensable crear un ámbito en el cual los trabajadores y organizaciones sindicales de manera permanente puedan tener la oportunidad de hacerse escuchar.

Afianzar el sujeto social
Como final yo diría que… -lo digo y lo repito porque me parece es un concepto que puede ser real- todo lo que hemos hablado en esta hora y pico tiene un solo objetivo: cómo podemos hacer más fuerte al sujeto social, aunque eso implique una debilidad del sujeto individual. Es decir, que el trabajador se exprese socialmente es lo más importante, no es tan importante que el trabajador se exprese individualmente, porque individualmente se puede expresar a veces en contra de su propia clase, en contra de sus propios intereses.
En cambio, socialmente es muy difícil que se pueda equivocar.
De lo que se trata es afianzar el sujeto social, que solamente se da a través de la organización sindical. La organización sindical es como un catalizador de individuos que los transforma en una sola voz, que es la voz que permite poder sentarse a una mesa de negociación y negociar
mejores condiciones y mejores salarios.
Si no hay ese fortalecimiento del principio solidario, la sustitución del sujeto individual por el sujeto colectivo, lamentablemente podremos tener sindicatos, podremos tener edificios, podremos tener colonias de vacaciones, pero vamos a tener una caja vacía, porque nos va a faltar lo esencial, que es la capacidad de los directivos para poder hablar en nombre del conjunto de todas las personas trabajadoras representadas por el sindicato.
Entonces, si no puedo, cuando me siento a una mesa de negociación, saber que yo tengo al conjunto detrás de mí, que va a apoyar esta negociación, la negocia-ción prácticamente es muy ligera, muy liviana, porque le falta el sujeto social que es el que realmente va a responder a los objetivos y además, finalmente, va a ser el destinatario de las mejoras.
Si no se toma conciencia de que para obtener mejores ventajas, mejores condiciones, hay que estar unidos y tener un pensamiento solidario, tendremos Sindicatos sin fuerza y por ende sin poder cumplir los objetivos centrales que han determinado su existencia.



[1] Y sobre todo, facilitar las condiciones de mayor explotación de los trabajadores en general, afiliados y no afiliados.

[2] La del 28 de junio de 2009.

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01 de Noviembre, 2009 · Cultura

ASIGNACION UNIVERSAL POR HIJO

Presidenta Cristina Fernández de Maradona

Por Adrián D’Amore (Zoom)

Desde hoy todos los pibes argentinos son más iguales. Eso es indiscutible y lo hizo este gobierno. Le guste a quien le guste. Y quizá esos pibes lo lean de grandes con sus hijos en los manuales de historia del futuro. Y las Svampa y los Arroyo y los consultores del Banco Mundial del dos mil no sé cuanto se van a tener que comer esta galletita.

"Plata en el bolsillo de la gente generando derechos" viene predicando el Escriba hace tiempo. Y se nos dio. Y por eso se emociona.

"Un día peronista" dirán algunos compañeros. Recibo un sms de uno de ellos: "La izquierda habla, la derecha conspira, nosotros gobernamos para el pueblo". El día de hoy va a quedar grabado en la historia de las luchas populares en el país más allá de la camiseta que cada uno tenga puesta. Pero nadie le quitará a este gobierno el crédito.

Cristina firmó el decreto que otorga la asignación universal para protección social por hijo menor de 18 años. 180 mangos por pibe. Diez mil palos por año que la ANSES va a volcar a los bolsillos de los más desprotegidos, de los maltratados por el sistema, de los excluídos. Parte de esa misma guita que hace un año se timbeaban los turros de Siembra, Máxima, Araucabit y la puta madre que los parió, ahora se va a gastar en una farmacia de Florencio Varela, en un almacén de Rosario, en una librería de Posadas.

Eso. Redistribución de la riqueza. Que un changuito de La Matanza se gaste aunque sea 20 sopes que podían haber estado en la billetera de Biolcati.

 

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