Escribe Jorge Rachid

La tormenta que hoy afecta al mundo financiero al explotar la famosa “burbuja”, cuyo destino era predecible, desde el inicio mismo del proceso de acumulación producido por los mercados a término, las operaciones virtuales, los mercados a futuro y la creación de fondos de inversión “buitres”, que sin parámetros ni regulaciones, pululan por el mundo, no podía sino terminar en un gran estallido cuyas consecuencias a largo plazo, las pagarán como siempre los ahorristas.

La Argentina en su historia reciente de “deconstrucción” del modelo social solidario, que imperó en nuestro país desde 1945 hasta el proceso militar del 76, descansó sobre la viabilidad y el facilismo del remate de los bienes del Estado, producto del esfuerzo de generaciones de argentinos, canjeados por papeles de deuda, sin inversión genuina por un lado y por  la irrupción del sistema financiero como eje del endeudamiento externo y de la apropiación del ahorro interno genuino, no sólo del salario sino del aporte a la Seguridad Social de millones de trabajadores activos y pasivos, que comenzaron a ser rehenes del  perverso sistema neoliberal.

Así fue como las empresas monopólicas del Estado pasaron a manos privadas, convirtiendo un servicio social,en un nicho del mercado; el concepto de solidaridad fue trastocado por la oferta y la demanda,; mientras la privatización de la previsión social jubilatoria de ahorro interno genuino, fue acompañada por la privatización de la seguridad e higiene del trabajo y la flexibilización laboral. Fueron desde entonces las AFJP y las ART las nuevas caras privadas de los actores sociales, en el nuevo sistema , avanzando aún mas, sobre las prestaciones de salud a través del gerenciamiento economicista como eje de la prestación médica y de la educación, con las escuelas Express y la privatización, produciendo la derrota de la educación pública, gratuita e igualitaria.

El neoliberalismo es algo más que un concepto económico.

Al arrasar años de cultura solidaria, la nueva cultura dominante hizo, desde 1976 el intento de generar la cultura del egoísmo y el sálvese quien pueda, a través  de dos genocidios, el de la dictadura militar y el genocidio social de los 90. De esta forma se inició la diáspora social que llevó a la fragmentación nacional y al cambio de los paradigmas solidarios forjados durante décadas.

Así nuestro país sometido a una especie de invasión sin ejército ocupante, pero arrasado en su sentido mas profundo de identidad se vio sometido a una nueva circunstancia, desconocida hasta entonces, de la especulación financiera, el riesgo país, el apalancamiento crediticio, las calificaciones de las consultoras internacionales y las misiones del FMI, el BM y el BID, que auditaban nuestras cuentas, como cuando controlaba el imperio español a sus virreyes.

La crisis del 2001 como la actual, cargó con todas sus fuerzas sobre los sectores medios de la población, sobre los sectores asalariados y de ingresos fijos y los ahorros de los pequeños ahorristas que nunca huyen a tiempo de las grandes decisiones del poder, quedando de rehenes de explicaciones incomprensibles y admoniciones catastróficas.

En aquellas circunstancias como ahora, el sistema de AFJP atravesó meses de descapitalización de las cuentas individuales de los trabajadores adheridos al sistema, siendo esta vez peor por estar autorizado desde entonces el posicionamiento de hasta un 9,5% de los depósitos en inversiones extranjeras, en una nueva maniobra ilegal igual que el porcentaje en bonos nacionales mayor y diferente en ambos casos al menú planteado en la ley 24241 para proteger los activos.

Seguramente en los resúmenes trimestrales de AFJP se verán reflejados los indicadores negativos que sólo son absorbidos por los depositantes, porque las AFJP siguen, pese a ello, cobrando hasta un 30% de comisiones y ganancias, mientras los ahorristas se descapitalizan en sus futuras jubilaciones individuales.

Los mismos que denostaban al Estado para apropiarse de sus ahorros, recurren ahora al mismo para salvar sus finanzas, los mismos que acumularon capital con maniobras cuasi fraudulentas claman por el intervencionismo estatal, los mismos que descapitalizaron la Seguridad Social en 90 mil millones de dólares sólo en la Argentina desde 1994 hasta ahora, son los que se atreven a indicar caminos de resguardo financiero. Un verdadero disparate de sainete sino fuese por la tragedia que significa ver a miles y miles de jubilados y pensionados sometidos a los vaivenes de Wall Stret.

El Estado argentino debe recuperar en éste marco la decisión soberana de los fondos previsionales como marca el artículo 14 bis de la C.N., debe imponer un impuesto a los activos financieros, tanto de plazos fijos como de bonos, así como se ha impuesto el tributo al cheque para la actividad comercial diaria, y todos los fondos que emanen de estas decisiones deben ser aportados a la planificación estratégica de los recursos previsionales a largo plazo que garanticen su crecimiento y reparen el “descreme” llevado a cabo por el sector financiero, empujado por los Bancos de inversión, las calificadoras de riesgos y las aseguradoras, de la mano de los créditos coercitivos en lo estructural, del BM, FMI y BID.

El sistema solidario se sustenta en:

1- Quien más gana aporta por quien menos gana

2- Quien es más joven aporta por quien es mas viejo

3- Quien está sano aporta por el enfermo

Mas sencillo imposible con el agregado que el recurso de hoy, “no es para mi mañana”, sino para mis mayores de hoy, que hicieron posible este presente. Y no pueden esperar mas tiempo.